Bicentenario

El papel belemita en la última etapa del Proceso independentista.

Con la retoma del poder español en casi todo el territorio neogranadino, las esperanzas se centraban en líderes de todo el reino y la colaboración del pueblo que aun soñaba con liberarse del dominio español; aunque Simón Bolívar se encontraba cansado, mantenía su impulso para alcanzar los objetivos. Tras decidirse el rumbo de las tropas patriotas desde los llanos del Casanare en junio de 1819, se pasó por el difícil páramo de Pisba que disminuyó sensiblemente el número de hombres, caballos y pertrechos del ejército, pero no acobardó el espíritu de libertad. Los generales Bolívar, Santander y Anzoátegui buscaron la mejor estrategia para penetrar a la capital virreinal, siendo Belén un punto valioso para tal fin. Su importancia militar se demostró por el extremo cuidado que tuvieron las tropas españolas en vigilar la población: “Belén por su importancia y por ser el punto de convergencia de los caminos que de Santa fe conducen a los principales pueblos, era con razón vigilada por los ejércitos españoles. El rumor de progreso de la campaña incitaba a muchos hombres a colaborar con la causa de alguna forma, es así como algunos belemitas aportaron a las tropas patriotas, como lo fueron José María Valderrama y Manuel Salvador Salcedo, propinando un golpe a la estructura realista. Con el avance de Bolívar y sus tropas por el norte, fue en Belén donde pernoctó el ejército el 18 de julio; allí en casa de don Juan José Leiva, entró en escena uno de los personajes más recordados de las Batallas de la emancipación nacional, un humilde niño campesino que alcanzaba tan solo los 12 años de edad y que servía en la casa del señor Leiva. Durante el hospedaje al libertador el muchacho se ofreció a integrar las tropas libertadoras, en donde se le asignó el cuidado de los caballos de Bolívar en el Batallón Rifles; tras salir al siguiente día de su natal Belén, se convertiría en el emblema del pueblo honesto que apoyó la campaña.

Tomado de:Independencia